martes, 27 de enero de 2009

LA CHACRA


Amanece. Despacito, como amanece siempre en el llano, con un sol inmenso y rojo como rodaja de sandía. Y se enciende un alboroto de gallinas y un coro de mugidos.
En el monte, los pájaros hablan todos a la vez, como un eco burlón de lo que ocurre en la gran cocina de la casa.
Después surgen otros ruidos: de correajes, de cuero crujiente y estribos, de tranqueras que se abren, de ladridos de perros ansiosos.
Los hombres parten rumbo a ese horizonte interminable, haciendo caracolear sus potros, levantando polvo, recortándose como esculturas contra el sol rojo del verano.
Y de pronto todo queda callado y calmo, dulcemente quieto, hasta que algunas chicharras se animan a iniciar su anuncio de calor.
Entonces, ella cruza el patio barrido, hasta el aljibe, que con su violín de roldana acompañará su itálica voz cantando “il mazuliiín di fiori que ven da la montaaaaña...”

1 comentario:

Graciela Martellotto dijo...

-Ma stuve de vuelta nel patio de la nonna.¡Porca miseria! Core el tiempo,¿no?-
Cariños Graciela